La víctima en la función policial
Especialización policial en atención a víctimas
El profesional que entre en contacto con población victimal ha de contar y / o potenciar particulares y delicadas características, para así, lograr una atención adecuada en cuanto al auxilio y protección de víctimas se refiere. Ya que por lo general, el fin último consistiría en conseguir la protección que la ciudadanía demanda y asegurar pues, su bienestar.
Por lo que se ha de dotar de información, herramientas y recursos para lograr prestar una mejor y más atención a la víctima y contribuir así a reducir al máximo la victimización primaria y secundaria con una correcta actuación y atención (a sabiendas de que la victimización secundaria es más negativa que la primaria, en tanto que es el propio sistema-los policías como maltratadores institucionales, entre otros- el que victimiza a quien se dirige al mismo solicitando justicia y protección).
En palabras de Neuman (2001): «El olvido de la víctima debe ser reparado de múltiples maneras, y quienes llegan, producido el delito, a ellas con mayor rapidez –unidades médicas, policía, justicia, parientes, amigos, vecinos- deberían tener una amplia posibilidad de conexión con organismos públicos y privados de asistencia, que se traduce en ayuda. La víctima, cuanto antes se llegue a ella mediante el apoyo preciso, puede reconstruir su mundo y reconstruirse del impacto y consecuencias del hecho lesivo que se abatió contra ella«.
Informar más formar, tiene como resultado prevenir mejor
Con la primera persona que entra en contacto la victima después del hecho delictivo es con el agente de policía, por lo que se requiere conocer cómo sería esa primera ayuda psicológica dentro del ámbito policial. Este primer contacto es importantísimo puesto que puede condicionar de alguna manera la correcta o no recuperación de la víctima. Es necesario por tanto, adoptar una correcta actitud: comprender, escuchar, asentir, aceptar…respetar, no responsabilizar a la víctima. Es una reacción normal ante una situación anormal.
Goldstein y col (1979) citado en Slaikeu (1988) hacen hincapié en la importancia de que el oficial de policía se prepare mentalmente antes de entrar a trabajar en una situación de crisis, para ello recordar experiencias previas sobre llamadas similares, anticipar que, en realidad, lo inesperado podía pasar en esta en particular, y formular un plan de acción tentativo puede ser de gran ayuda.
¿Cómo?
Aunque existen aspectos básicos en el desarrollo de primeros contactos no hay “recetas mágicas”. Lo más importante es: acompañar y apoyar a la víctima.
Se ha de conseguir:
- Ayudar a restablecer la sensación de control de la víctima.
- Ayudar a reducir su aislamiento, mediante una conducta acogedora, que disminuya el amiente hostil y doloso en el que se encuentra.
- Procurar disminuir sentimiento de desesperanza e indefensión de las victimas ayudándoles a afrontar el presente y el futuro.
Lo primordial es hacer sentir a la víctima que es escuchada, comprendida, aceptada y apoyada. Para ello hemos de mostrar empatía (ponernos en el lugar de la víctima) y escuchar de manera activa (mostrar atención al lenguaje verbal y no verbal). Debemos comunicar comprensión y responder de forma tranquila y controlada resistiendo la tendencia de dejarnos envolver por la intensidad emocional de la situación, todo ello con el objetivo de crear un ambiente seguro alrededor de la víctima y de nosotros mismos.
Es importante ser conscientes también de nuestras propias reacciones y de nuestras propias trivializaciones puesto que al enfrentarnos al dolor de la víctima surja en nosotros la necesidad de hacerlo desaparecer de una manera rápida, perdiendo la posible confianza de esa persona.
¡Cuidado! Se suele prestar más atención a las lesiones físicas que a las manifestaciones psíquicas.
Cuidado también con los estereotipos o prejuicios que generamos de manera automática o inconsciente (nos creemos por lo general más a una víctima que se nos muestra llorando con una definición particular/social de ciudadano “normal” que una víctima que adopta una actitud agresiva, insulta con una percepción que se sale de los cánones establecidos). Ni siquiera nosotros mismos sabemos cuál sería nuestra propia reacción ante un suceso traumático por lo que hemos de respetar, entender y atender como profesionales cual situación se presente.
Ziegenhagen, (1977), menciona que la víctima parece un simple número informante para la policía, aunque es claro que el papel de la policía no se centra en la atención de la víctima, sino en la búsqueda de una verdad objetiva de los hechos delictivos, se observa que se sacrifica el dolor de la víctima en la búsqueda del logro de los objetivos de la investigación, de esta forma se realiza cualquier tipo de atención para obtener información. Durante la toma de la declaración o la denuncia escrita, la víctima recibe un apoyo escaso, y un trato deficiente, situación que se convierte en un agente estresor para la misma.
Resulta pues necesario adecuar y proporcionar un buen trato en el lugar de los hechos, con ese primer acercamiento psicológico que mencionábamos anteriormente, pero no debemos olvidar que se precisa también una buena acogida en la comisaria, en la toma de declaración y a lo largo del proceso. Para ello se ha de conocer entre otros, como se ha de hacer una entrevista correctamente, para así manejar no solo lo que se ha de decir (por ejemplo: es normal cómo se siente) sino lo que se debe evitar decir y hacer (culpabilizar: ¡A quién se le ocurre salir a estas horas ¡), contribuyendo así a disminuir al máximo la victimización secundaria.
Solo siendo conscientes de las evidentes deficiencias para con el trato a las víctimas podremos trabajar para influir de manera positiva en las personas y mejorar la atención de las víctimas por parte de la policía.
Seguir unas pautas ordenadas y sistematizadas para una buena comunicación y atención a las víctimas, facilitará de un lado una buena actuación policial de cara a la investigación y de otro lado contribuirá a una correcta recuperación de persona logrando des-victimizar y consiguiendo que la víctima vuelva a recuperar el control sobre su propia vida.
Laura Gómez
Criminóloga
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