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Home  /  Narcotráfico  /  Procedencia y destino del hachís que cruza el estrecho de Gibraltar
Narcotráfico
13 enero, 2016

Procedencia y destino del hachís que cruza el estrecho de Gibraltar

Laura Gómez Narcotráfico Leave a Comment

Andrés López, antropólogo social y cultural y Juan G. Rodríguez, antropólogo social y cultural nos muestran minuciosamente todo lo que envuelve el narcotráfico del hachís en el estrecho de Gibraltar, conformándose como un modo de vida que se transmite de generación en generación. Esta práctica del narcotráfico no es algo nuevo, sino que se remonta hasta más de medio siglo. Muchos lo han vivido y a otros se lo han contado, pero a los primeros, a quienes lo han vivido, han podido conocer in situ como se organizan familias enteras, actuando como clanes y cuya parentela está organizada por otras familias cercanas también dedicadas al negocio sucio e ilícito de las drogas. Dejan ver,  por tanto, una realidad de interés y estudio criminológico: 

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PROCEDENCIA Y DESTINO DEL HACHIS QUE CRUZA EL ESTRECHO DE GIBRALTAR

Andrés López, Antropólogo Social y Cultural

Juan G. Rodríguez, Antropólogo Social y Cultural

Un mar y un océano separan los casi 14 km por la parte más angosta de dos continentes: África y Europa, o lo que se podría decir, Marruecos y España, por el Estrecho de Gibraltar. Y mientras la naturaleza sigue su curso  con la pleamar y la bajamar, en sus aguas tiene lugar la travesía de planeadoras  pilotadas por narcotraficantes, que buscan a toda costa alcanzar tierras europeas sin ser cazados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que vigilan permanentemente sus costas las 24 horas los 365 días.

El trato del negocio

Todo empieza con el cierre de negocios en España por parte de los narcotraficantes que llevaran a cabo la operación de la compra y venta de hachís, y de ahí los compradores se desplazaran hasta Marruecos para zanjar la calidad del producto, concretamente a ciudades como Chaouen o la región del Rif, en Marruecos, país líder en producción, exportación y expansión de su cultivo por toda la geografía mundial. Lugar orográfico6, cuyas condiciones ambientales y debido a la altitud y temperatura, hace posible el florecimiento y cultivación de las plantaciones de cannabis, de donde se extrae el polen de hachís, y se prepara el producto hasta su comercialización. De ahí su oscuro negocio ilícito que se distribuirá por toda Europa y más allá, pero su principal entrada pasa por el puente marítimo del Estrecho de Gibraltar, desembarcando en la costa de Cádiz (aunque también se transporta hasta otros puntos como Huelva y Sevilla, entrando a esta última por el Río Guadalquivir). Concretamente en la zona del Campo de Gibraltar y un poco más allá, las poblaciones que tiene lugar el primer destino antes de ser distribuida por el territorio nacional e internacional son: Bárbate, La Línea, Tarifa, Algeciras, y otras poblaciones, pero en los últimos tiempos se puede hacer especial mención al río Guadarranque, cauce que separan las poblaciones de San Roque y Los Barrios, este último destino es el lugar preferido por los narcotraficantes debido a la ubicación estratégica de chalets que colindan con el río, y donde en los últimos años se han construido compuertas que dan acceso directamente a la vivienda, y que una vez dentro la embarcación (planeadora), se cierran unos portones automatizados; dichas compuertas son también conocida en el argot del narcotráfico como “narcoembarcaderos”, de manera que impide que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad marítimas, puedan detener y/o abortar las operaciones de los narcotraficantes de las aguas procedentes de Marruecos, ya que éstos cuando entran en persecución tras los narcos por el río Guadarranque, le llevan una ventaja de recorrido y tienen tiempo suficiente para entrar con las planeadores hasta la propiedad privada y cerrar las compuertas, mientras las fuerzas policiales no pueden hacer mucho más que esperar que lleguen los refuerzos por tierra.

También hay que decir, que la introducción de la droga procedente de Marruecos y con destino en España, no solo se lleva a cabo a través de potentes planeadores por vía marítima, sino de vehículos terrestres por los puestos fronterizos9 desde Ceuta o Tánger hasta Algeciras o Tarifa a través del ferri que se destina al transporte de pasajeros y vehículos, aunque también hay buques de transporte exclusivamente para mercancías en camiones o contenedores. Otra de las vías de introducción de las drogas a la Península, y que en los últimos tiempos está teniendo lugar su presencia, es por el espacio aéreo, mediante avionetas piratas, que están siendo utilizadas para el transporte de la droga desde Marruecos hasta las zonas rurales de Sevilla, Málaga, Córdoba y Cádiz. Los datos más significativos son los derivados de accidentes aéreos que se han producido por distintos motivos, entre los que se destaca la falta de experiencia de los narcotraficantes para manejar estos aparatos en horas nocturnas.

Pero antes de partir y cerrar definitivamente el negocio, el producto es catado por el comprador, y después se le pondrá un sello personalizado que sólo el comprador identificará en sus fardos de hachís que ha negociado; normalmente van empaquetados en fardos de 25 o 30 kg., y cada fardo lleva estampado en seco una marca. Las embarcaciones son exclusivas para este tipo de mercancía pesada, pudiendo transportar entre 1000 y 3000 kg de ese producto ilícito, dependiendo del tamaño de la neumática y su potencia. Estas embarcaciones son adquiridas en España, y donde partirán hasta las costas de Marruecos para cargar la mercancía. Normalmente cuando llegan a la otra orilla marroquí, aguardan hasta el momento oportuno para regresar con la mercancía; todo tiene que salir bien porque está en juego mucho dinero, y ni siquiera lo pagan los transportistas que pilotan la embarcaciones, porque el cometido de éstos, es que la mercancía llegue al destino acordado, cuyas coordenadas son fijadas desde que se sale rumbo a Marruecos. Para ello, viajan entre dos y cuatro narcos, uno o dos con conocimientos náuticos y con experiencia en travesías de mercancía ilícita, para cuya navegación cargada con casi dos o tres toneladas de hachís, se requiere tener ciertas habilidades, aun más cuando hay que iniciar la maniobra de darse a la fuga tras ser detectados por los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Ante este tipo de situaciones, los narcotraficantes realizan maniobras evasivas para huir y no ser cazados, y para ello ponen sus propias vidas en juego a costa de proteger la mercancía, y que en última instancia irán arrojando por la borda al mar cuando se vean acorralado por las fuerzas policiales.

En otras ocasiones, cuando están retirados de la costa marroquí y el piloto de la planeadora no puede volver atrás porque la patrullera marítima de los efectivos policiales está pisándole los talones a los narcos; la intención es llevarlo a donde los fuerzas policiales quieren, que no es otra que no regresen a Marruecos, donde saben que si la patrullera de la Gendarmería marroquí no está cerca, las fuerzas policiales españolas no podrán pasar la línea imaginaria marítima que limita a España de Marruecos. Pero los narcos, también suelen buscar “refugio” en aguas gibraltareñas, así que ponen a rumbo a Punta de Europa, dirección a Gibraltar, donde saben que allí las fuerzas actuantes españolas no podrán pasar tampoco la línea imaginaria que limita la soberanía española y las aguas de Gibraltar (ver Tratado de Utrecht), porque en varias ocasiones (y cabe decir lamentablemente), se crea una disputa entre ambas fuerzas policiales por competencias jurisdiccionales, y los narcos acaban saliéndose con la suya porque huyen.

Otro punto a tener en cuenta durante el cierre del trato de negocio, es la visita a las plantaciones que se hace a través de sus cultivadores, quienes normalmente son los mismos productores y distribuidores de la sustancia de cannabis, además de los encargados de que el producto se empaquete herméticamente para protegerlo del agua, y de que todo quede preparado para que la mercancía esté a punto de cargarla en las planeadoras neumáticas, que son propulsadas por varios motores de gran potencia, lo que necesitan un elevado consumo de combustible, y para lo que se prevé una treintena de garrafas de gasolina comunicadas en serie para abastecer a los potentísimos motores, que tendrán que realizar una travesía a toda máquina en el menor tiempo posible por el Estrecho de Gibraltar.

Y hasta aquí esa podría ser la última fase del comprador-vendedor del producto ilícito en España, Europa y casi en el mundo. No permitida su comercialización, su tenencia y consumo en lugares públicos debido al daño que causa a la salud pública. A partir de ahí, los transportistas que se encarguen de cruzar el Estrecho de Gibraltar hasta tierras españolas, serán los responsables de que todo salga de acuerdo a sus predicciones. Para ello, cuentan con medios tecnológicos avanzados, incluso se podría decir que van por delante de los medios destinados para combatir la lucha contra el narcotráfico por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, quienes impedirán por todos los medios (incluso jugándose sus propias vidas, para darle caza a los narcotraficantes) que el producto llegue a las costas españolas. Así que durante la persecución por agua, los narcotraficantes intentaran esquivar y perder de vista a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y para ello se verán obligados a hacer maniobras temerarias para no tener que arrojar los fardos de hachís al agua, y por otra parte, intentar llegar a pisar tierra sin ser interceptados por los medios terrestres de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que le estarán esperando en alguna parte de la costa para detenerlos.

Durante este tipo de actuación en las aguas del Estrecho de Gibraltar, se produce un peligroso espectáculo entre narcotraficantes y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, como ya hemos mencionado. No porque solo estén en peligro la vida de los narcotraficantes, sino porque además de los miembros policiales, por el Estrecho de Gibraltar navegan cientos de buques (la mayoría mercantes) durante las 24 horas, donde entran y salen del Mar Mediterráneo hasta el Océano Atlántico, o viceversa, lo que supone poner en peligro a terceras naves que no se percatan de la presencia de este tipo de embarcaciones debido a que sus radares no siempre detectan a otras embarcaciones mucho más pequeñas, y que ni siquiera sobresalen apenas del nivel de la superficie del agua, lo que hace también que sea muy difícil ser interceptadas por el sistema de radares (SIVE) con los que cuenta la Unión Europea con países miembros que colindan con terceras fronteras (FRONTEX), aún peor cuando apenas hay luz lunar y las condiciones meteorológicas típicas de la zona del Estrecho de Gibraltar, forman vientos que provoca olas y hace más difícil la visualización de este tipo embarcaciones.

El momento idóneo y el destino

No vale cualquier momento para aventurarse con bastantes kilos de hachís encima de una planeadora de goma18. Elegir el momento para alcanzar el destino final de la travesía, es cuestión de una organización19 que se lleva a cabo desde la otra orilla. Para ello, se establecen puntos de vigilancia con personas colaboradoras con los narcotraficantes, que controlan el paso de vigilancia de los vehículos policiales por tierra, además del helicóptero con base en una de las zonas del Campo de Gibraltar, y que cuyos colaboradores20 dan aviso a otros cabezas de la organización para informarle si el “pájaro21” está en tierra o en el aire. Cuando se establece el momento oportuno de emprender la travesía marítima de escasos minutos, si no hay complicaciones, se da la respectiva señal y empiezan los motores a poner rumbo a las coordenadas fijadas (por ejemplo: 36o 01′ N, 5o 36′ O). Tampoco importa si es de noche o de día22, pero preferiblemente la noche oscura suele tener más ventajas,como ser menos visto durante la travesía y, porque una vez en tierra, si los narcotraficantes tienen que salir corriendo, es más fácil perderse por el regazo de la noche que a plena luz del día, o esconderse entre la maleza hasta que las fuerzas policiales desistan su búsqueda; estas artimañas les da cierta ventaja para que los narcos pueden escapar y no ser detenidos.

La travesía de pocos minutos de duración, termina cuando la embarcación toca tierra y la colla del jefe de la banda del narcotráfico, descargan los 50 ó 100 fardos en cuestión de escasos minutos y lo vuelven a cargar rápidamente en vehículos 4×4, que salen de la playa a marcha forzada con destino a las viviendas cercanas a la playa o zona costera, donde la mercancía es almacenada hasta su distribución24 nacional e internacional.
La duración desde que sale la embarcación de Marruecos hasta las costas más cercanas españolas, dependerá del lugar exacto donde haya que descargar la mercancía, y por supuesto, no valdrá cualquier sitio; cada banda u organización tiene su propia zona de desembarco, su propio personal de confianza en tierra, y sus propios conductores, guiaran los vehículos 4×4 hasta el destino más cercano y a escasos metros o kilómetros desde donde se produce el desembarco de la mercancía; normalmente no se lleva a cabo el transporte terrestre hasta su destino final de otras poblaciones, sino que durante días podría quedar escondida en parcelas, garajes, viviendas, etc., esperando su distribución. Aunque cabe la posibilidad de que sea el propio comprador quien se desplace desde su lugar de origen a recoger parte de su mercancía. Pero lo normal es que sea el propio vendedor quien haga entrega de la mercancía hasta su destino final. Todo dependerá del precio final del producto, del trato entre transportista y comprador, y de la confianza que el comprador tenga con el transportista y/o distribuidor que se encarga de comprar en Marruecos un producto cuya calidad y relacionado con su precio acordado, será puesto en la calle y vendido por pequeñas comerciantes en pequeñas posturas de varios tamaños, como por ejemplo en función de su peso.
Pero también durante la travesía los narcotraficantes pueden verse sorprendido por miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que realizan la vigilancia del Estrecho de Gibraltar en embarcaciones y/o helicópteros, además de vehículos especiales por tierra que son los que finalmente le dan el alcance y consiguen incautar la mercancía y detener a los transportistas del narcotráfico. Para ello, la coordinación de los efectivos policiales de los servicios de mar, aire y tierra son muy importantes para abortar operaciones contra el tráfico ilícito de sustancias que dañan seriamente la salud pública. Existen cuantiosas operaciones antidroga que han dado su fruto gracias a la profesionalidad de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que cada día y noche frustran intentos de transportes y descarga de fardos de droga en las costas españolas. La mayoría de las operaciones son interceptadas en alta mar, donde los narcotraficantes se deshacen de los fardos para llegar a tierra, y aunque sean detenidos por las fuerzas policiales, intentaran demostrar que el caso omiso a los Agentes de la Autoridad, se debía a motivos administrativos, como no estar en posesión de la licencia, de documentos de la embarcación, etc., porque saben que ante la justicia, el no llevar la documentación es motivo de infracción o delito leve ante la desobediencia a los mandatos de la Autoridad competente. En cambio, si los narcos son detenidos por un presunto delito contra la salud pública, sabrían que la pena privativa de libertad sería mucho peor. Aunque ante estos casos, muchos transportistas narcotraficantes preferirían ser capturados por este último motivo, que tener rendirle cuentas a la organización, quienes podrían ponerle un precio muy alto a la pérdida del producto ilícito, y a la propia vida del transportista, o en cualquier otro caso, a la de su propia familia, quienes podrían pagar las consecuencias de la pérdida del producto y su deuda; de ahí que se produzcan crímenes silenciosos, secuestros exprés, etc., a consecuencia de ajustes de cuenta entre jefes de bandas y miembros de su organización.

La cuestión de todo esto, es que una vez que un sujeto se presta para este tipo de organizaciones y decide introducirse en este mundo del contrabando de drogas, es muy difícil que pueda zanjar sus deudas y abandonar el narcotráfico, además de ese estilo de vida peculiar que los hace ser diferente con su vestimenta, vehículos y otro tipo de lujos. Pues el dinero rápido suele ser goloso a corto plazo y continuo, ya que se puede ganar una cifra curiosa en cada operación que se lleva a cabo, y la adquisición de artículos de lujos como vehículos de alta gama, motocicletas, etc., suele ser el motivo de seguir trabajando para las mafias, y que cuando un miembro de la banda quiera ponerle fin, quizás sea demasiado tarde antes de pasar un tiempo en la cárcel.
En caso de persecución por agua, y de que los narcotraficantes se deshagan de la mercancía mientras son perseguidos por las fuerzas policiales, este motivo no será suficiente para que salgan impunes, ya que una grabación en vídeo podría tener valor probatorio para demostrar que la persecución y la detención de los narcos se estaba llevando a cabo por motivos de contrabando. Claro, siempre está la defensa de los narcos que exigirán ante el juez las pruebas suficientes que demuestren a las fuerzas policiales actuantes, que la sustancia que se transportaba y que contenía en su interior esos supuestos fardos de hachís que los narcos arrojaron por la borda a las profundas del Estrecho de Gibraltar, era droga y no otra cosa (ver Sentencia Audiencia Nacional 2/2012 de 19 de enero).
En este caso, y para revestir las pruebas testimoniales de las fuerzas policiales ante sus manifestaciones en las diligencias judiciales, éstos suelen marcar las coordenadas exactas del lugar donde la mercancía ha sido fondeada por los narcos, para después desplegar un equipo de miembros subacuáticos y rescatar los posibles bultos que los narcos arrojaron, y así poder analizar la sustancia ilícita que contenía dichos paquetes. Trabajo que a veces no resulta fácil de hallar en unas aguas tan profundas y de corrientes peligrosas, como es el Estrecho de Gibraltar.

Destinatarios de las drogas

El destino final no es geográfico, sino humano. E incluso es un problema que sufre sus consecuencias la propia sociedad, pues ésta no vive al margen de un adicto y es responsable de los hechos sociales que producen las drogas. Porque la droga no sólo es un blanqueo de dinero constante que sólo unos pocos se benefician de adquirir lujosos bienes inmuebles y artículos caros, sino que el problema va más allá de la ética y la moral. Pero estudiar y concienciar este problema por parte de los narcotraficantes, no es cuestión ni siquiera de un buen programa de reinserción, ya sea fuera o dentro de las cárceles; que incluso estos centros se convierten en lugares de reclutamiento de futuros narcotraficantes, cuando tienen la experiencia de pisar un centro penitenciario y de tener la idea de que cuando salgan a la calle, la esperanza de encontrar un puesto de trabajo será difícil. Digamos que este tipo de centros penitenciarios, se convierte en una escuela para quienes están en una cárcel por distintos motivos a los del narcotráfico: “allí se conoce mucha gente, en ti está que quieras sacarle provecho a los talleres y tener buen comportamiento para tener permisos y salir antes. Pero cuando sales un fin de semana y vez que en tu casa y en tu barrio sigue todo igual, y que no vas a encontrar trabajo con los talleres que se imparten en la cárcel, te das cuenta que tienes que empezar a mover fichas para cuando salgas. Así que de las amistades que te echas en la cárcel, hay que aprovecharla, porque puedes conseguir más ayuda de esta gente que con un curso de alfarería”; cuenta un ex convicto que ahora está en libertad después de pasar años en la cárcel por narcotráfico.
Las verdaderas consecuencias del destino de las drogas, se puede apreciar desgraciadamente en muchos jóvenes y adultos que son los consumidores de este tipo de sustancias psicotrópicas. Se empieza consumiendo drogas lícitas como el tabaco y el alcohol, y después se pasa al consumo de cannabis; este sería el orden de la media a quienes se les ha preguntado cómo y cuándo empezaron a consumir las drogas.

“Normalmente se prueba a través de nuevas amistades, o de amigos del barrio de toda la vida que se han hecho mayor y tú te juntas con ellos. Empiezas por la diversión y por la curiosidad de probar qué se siente, pero una vez no es suficiente, ni siquiera dos. Así que mezclas la cerveza con un canuto mezclado con resina de hachís, y es ahí cuando empiezas a notar un efecto que después quieres seguir repitiendo. Cuando te das cuenta, no sabes cómo ponerle límite y crees que lo controlas. Al final te ves así, enganchado a la metadona y consumiendo drogas por otra parte”. La vivencia de Luis, quienes todo el mundo le llaman el “Ronco”, porque su voz ha ido cambiando conforme se volvió adicto.
Esta observación participante antropológica, cuenta con muchas horas de intervención en la calle, en centros de salud de dispensa de la metadona, de mantener conversaciones con distintos agentes sociales y de compartir encuentros con personas que antes eran normales y ahora son “invisibles”, sólo salen de noche, y cuando lo hacen de día, sólo es para comprar droga, comprar cerveza e ir a recoger la metadona que se dispensa diariamente.
Nuestros encuentros se han llevado a cabo en distintos lugares, concretamente podemos destacar la última fase del destino de las drogas desde que se siembra la cosecha y pasa por un proceso de manufacturación, hasta que el resultado se ve plasmado en los centros de salud donde dispensan la metadona, y acuden a ellos los enfermos adictos al consumo de estas drogas ilícitas, cuyos usuarios/as son conscientes de la perdición que les ha llevado esas sustancias psicotrópicas que en su día consumieron por primera vez, y que a día de hoy se lamentan desgraciadamente del maldito día en el que la probaron.

 “Recuerdo aquella tarde cuando iba a salir de fiesta a la feria de mi pueblo, quería pasármelo bien porque me había comprado un coche y estaba contento. Le enseñé el coche a unos amigos, a los que le di una vuelta para probarlo. Uno de ellos me pidió que lo llevara a comprar “caramelos”, y yo lo llevé. Cuando llegamos a la feria, quise probar el “caramelo” y ahí empecé a tener más confianza con ellos. De aquella gente ninguno de ellos acabó bien”. Así empezó Ángel, un joven que tenía muchas ganas de hacerse mayor y tenía ilusiones por la vida. Ahora, sólo piensa en desaparecer.

Para muchos de estos enfermos adictos a las drogas y que intentan rehabilitarse, recuerdan perfectamente como empezaron a consumir los primeros cigarros de tabaco, mezclado con esta resina de hachís; no solo lo dice Ángel, sino otros usuarios de la metadona. Y entre la media de usuarios al programa de la metadona a los que han sido entrevistados con el objeto de conocer su estado de salud, familiar y social, casi todos coinciden en un relato final al que nosotros le hemos puesto denominación: desestructuración familiar y desorden social.
De esta manera, se parte de que existen dos puntos de vistas distintos: un grupo, los que ya tenían problemas en sus familias, y conforme iban creciendo y no eran capaces de darle solución a sus problemas, intentaban evadirse consumiendo drogas para estar el mayor tiempo posible fuera de la realidad social. Mientras otro grupo de usuarios, afirmaron que lo hacían porque se divertían, que no achacaban al consumo de drogas a los problemas familiares, sino que las circunstancias de ser joven, salir y entrar, el descontrol horario, los fines de semana que cada vez empezaban antes, y no pensar que se les podía ir de las manos, les llevó a encontrarse con la fatalidad sin desearlo, en una realidad cuyas proyecciones no tenían pensada cuando mantenían ilusiones por la vida, por tener participación social y querer vivir felizmente. Ahora, muchos de estas personas que son enfermas sin rehabilitar, no se consideran personales normales debido a su falta de autoestima, y se consideran que han quedado atrapados como niños pequeños en cuerpos de personas que no se identifican a cómo eran de joven cuando no consumían drogas, resultado del deterioro que en pocos años han padecido por las consecuencias que conlleva el consumo y adicción a las drogas. “Es como si en mi cabeza no hubiera pasado el tiempo y todavía recuerdo cuando empecé con esto. Pero cuando me miro frente a un espejo y pienso en la edad que tengo, sólo pienso en consumir más drogas y acabar con esto cuanto antes, para que no sufra ni mi familia ni yo”; afirmó un usuario que se somete al programa de la metadona.
Pero el destino final no sólo está en quienes consumen las drogas, ni siquiera la solución se encuentra entre cuatro paredes de una fría cárcel cuya estancia podría ser mucha más digna que deambular por las calles buscándose la vida para conseguir unos cuantos euros, e ir inmediata y necesariamente a un punto32 de venta de droga a pillar algo para amansar la ansiedad que le produce estar horas sin consumir; resultado de las consecuencias a la adicción que provoca estas sustancias ilícitas. En las calles estos enfermos adictos a las drogas son carne de cañón ante las miradas discrepantes de los viandantes, que parecen mantener una vida “normal” mientras se pasean sin que sean observados como los son estos, ante miradas que juzgan a estos seres por sus aspectos demacrados y sucios, en su mayoría. Y que están en riesgos de la exclusión social, cuando no, son marginados y mal vistos por quienes no lo conocen y se dejan llevar por la apariencia. E incluso hasta para los amigos, estos enfermos adictos a las drogas, no les aporta mucho y suelen tratarlo con larga distancia, y si pueden, evitan tropezarse con ellos.
Porque socialmente estas personas enfermas adictas a las drogas, son cada vez más aislados ante la posibilidad de la inserción laboral, debido a sus continuos problemas con la adicción, con comportamientos desequilibrados y porque pueden llegar a ser una carga para la empresa contratante y para sus compañeros. Al fin y al cabo, cuando sumamos todo esto y otras cuestiones de rechazo por parte de las familias, las consecuencias más inmediatas las padecen las madres y padres, e incluso hermanos, y sin olvidar a los hijos, que son los más desafortunados de este experimento social de las drogas, que nunca sabe cómo va a acabar.
Por ello, son las madres las que se pasan toda la vida luchando contra la sociedad por y para sus hijos. Ellas, son las que nunca rechazarían a sus hijos ahora enfermos a consecuencia de las drogas; porque los vio crecer, sintió sus primeras risas, sus pasos, sus palabras, su cariño,…, y en resumen, cuidó su infancia, su adolescencia y desgraciadamente su edad adulta, donde se hubiera esperado de él lo que toda madre espera de un hijo. En cambio, siempre quedará en la consciencia, esa primera vez de aquel día, en que ese “amigo” se cruzó en la vida de su hijo, el día que ese clan se dispuso a vender drogas en el mismo barrio donde vivía, el día que vio por primera vez las drogas, probó sus efectos y los resultados. E incluso la primera vez que acompañó a su hijo en un taxi a comprar drogas a un punto de venta.
Y mientras él se bajaba del taxi y caminaba hasta aquel piso, yo (la madre) y el taxista estábamos atentamente a cada uno de sus pasos y de todos sus movimientos que mostraban debilidad. El taxista me miró y yo volví la mirada hacia él, y le pregunté: ¿qué hago?, es mi hijo y está enfermo. El taxista asistió con la cabeza y los dos nos quedamos sin palabras. Al instante, él salió del piso y se dirigió al taxi con movimientos más rápido; no quería perder el tiempo porque ya tenía su dosis y estaba ansioso por consumirla, y porque quería quitarse del medio antes de que algunos policías lo pudieran ver salir de allí y darle el alto (él era conocido por la policía y vecinos de la zona donde pillaba la droga). A la vuelta a casa, él se metió en su habitación (que estaba sucia, mugrienta y la poca higiene que tenia, era porque yo –la madre- se la limpiaba cuando salía a la puerta del piso a beber con los amigos), y yo aguardaba en el salón con la vista perdida pensando y crucificándome psicológicamente sobre lo que he podido hacer mal en mi vida para tener un hijo así. Confesó Paqui tras una entrevista que mantuvimos con ella, y como vio cambiar su vida para siempre.

Y mientras historias de este tipo se repiten una y otra vez en la zona del Campo de Gibraltar y por toda la geografía española y mundial. Los narcos siguen jugando sucio en un negocio que mueve cifras millonarias por cada trato de negocios que cierran. Cantidades económicas que hay que pulir y disfrutar antes de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad les sorprendan en cualquier momento. De manera que suelen llevar una vida dislocada de lujos, vehículos de alta gama, mansiones en zonas residenciales como en la Costa del Sol, y disfrutar de fiestas a lo grande. Y así conviven los que salen ganando (los narcos) y los que salen perdiendo (por enfermos adictos a las drogas).
Pero lo fatídico de esta historia, es que al final del cuento, las drogas no perdonan a nadie ni a nada. Ya seas el que la hace o deshaces, porque al final las consecuencias se pagan tarde o temprano. Así es el mundo oscuro del narcotráfico que muchos jóvenes caen en sus redes para tenerlo todo materialmente, en realidad están encadenados a la dependencia de un sistema que lo llevará a la exclusión social imaginaria. Quizás algún día puedan ver a sus hijos crecer y no desearle lo que muchos niños y familias padecen a consecuencia de un escabroso negocio que también se viste con chaqueta y corbata.

Conclusión

La observación desde una perspectiva antropológica, responde a un hecho social que se produce estratégicamente en las poblaciones costeras del Campo de Gibraltar. Especialmente recobra importancia la cantidad de personas que son consumidoras de hachís por su fácil acceso a la compra de este producto ilícito, y por otra parte, porque existen extensas familias que se dedican al narcotráfico como medio de vida. Un hecho relevante, son los datos de presos que cumplen condena por tráfico de drogas en el centro penitenciario de Botafuegos, en Algeciras (Cádiz), donde la población reclusa por delitos33 contra la salud pública, ocupa casi más del 40% de los internos que cumplen condena por otras causas. Esto supone, que en el centro penitenciario de Botafuegos, puedan convivir hasta tres generaciones o familias enteras, que han caído en una misma operación antidroga llevaba a cabo por las fuerzas policiales, o en distintas operaciones, y que durante la estancia de los primeros familiares en el centro, se han ido agrupando y coincidido los segundos con los terceros bajo el mismo techo de la prisión.
Una de las consecuencias de que la zona del Campo de Gibraltar sea un punto caliente de este ilícito negocio, es motivado por parte de un retroceso de las políticas de inserción laboral. El paro, y la falta de expectativa para encontrar un trabajo, hacen que muchos jóvenes de las poblaciones campogibraltareñas, se pongan al servicio de las organizaciones de narcotraficantes y se embarquen en un viaje con rumbo a la Península por el Estrecho de Gibraltar. Esta práctica del narcotráfico no es algo nuevo, sino que se remonta hasta más de medio siglo. Muchos lo han vivido y a otros se lo han contado, pero a los primeros, a quienes lo han vivido, han podido conocer in situ como se organizan familias enteras, actuando como clanes y cuya parentela está organizada por otras familias cercanas también dedicadas al negocio sucio e ilícito de las drogas. De manera, que no tienen otras referencias más sociabilizadoras en las que se puedan apoyar para la búsqueda de un trabajo o buscarse la vida de otra manera; el dinero rápido y a veces mucho más fácil, es lo que mueve a que muchos jóvenes formen parte de una organización de narcotraficantes, a veces incluso hasta criminales cuando de ajustes de cuenta se trata. Y que no ven más allá de la otra realidad que se habita fuera de ellos, porque el barrio se convierte en su fortaleza, sus amigos son como hermanos su pacto los llevan hasta la cárcel, donde guardaran silencio y esperará que el jefe de la mafia pueda mantener a su familia que queda sin su cabeza de familia. Y que todo sea por todo por la vieja (la madre), como suelen decir tras su resignación.

En cuanto a las circunstancias geográficas, se puede decir que las condiciones son idóneas dada la corta distancia que existe entre las dos orillas: marroquí y española. También porque se puede decir que el cultivo del hachís de Marruecos es único en el mundo, y cada vez se está consiguiendo una mejor calidad en su cultivo, superando a las plantaciones de Afganistán, Pakistán, etc., lo que hace que tenga mucha salida en España, en el resto de Europa y del mundo; además de que ningún cultivo idiosincrático puede competir con la situación estratégica que sucede entre Marruecos, que se encuentra frente a la entrada de un continente y su puerta es España, pasando por sus aguas del Estrecho de Gibraltar.
Por lo que este tipo de producto ilícito, siempre se paga bien desde que aguarda en algún lugar de la orilla marroquí a la espera de ser transportado en las planeadoras y ser dirigido por sus pilotos hasta la costa española. Allí el trabajo de la colla será descargarlo rápidamente y después los jefes de la banda, rendirá cuentas con cantidades económicas que motivan a repetir el trabajo. Además, al ser una ruta marítima que se puede frecuentar todos los días del año, excepto los días de temporal, el transporte es permanente por la autopista del Estrecho de Gibraltar. Y en cuanto a la mano de obra, se puede decir que siempre habrá jefes de la organización con capacidad para manejar y manipular su propia colla, porque paro y fracaso escolar no falta, lo que supone una reserva de mano de obra constante que se puede ir renovando continuamente, lo que hace que nadie sea imprescindible.
Por otra parte, se deduce que existe toda una organización de narcotraficantes en la zona del Campo de Gibraltar que se transmiten un modo de vida “bajo la oscuridad” de la supervivencia, de generación en generación. Aunque si bien hay que decir, que la mayoría de estos traficantes de drogas son mayoritariamente de la zona del Estrecho de Gibraltar, existen otras organizaciones de narcotraficantes internacionales, como por ejemplo el clan de “los Polverino”, delincuentes de la Camorra italiana, que se habían instalado en España y movían grandes cantidades de hachís en la zona del Campo de Gibraltar, para luego distribuirla por toda Europa sin que el destino fuera España, porque cuanto más lejos llegue la droga, mayor valor económico será su comercialización. Además, contaban con un “narcoembarcadero” en la zona residencia del río Guadarranque, lo que se desprende que este río sea estratégico para que las bandas de narcotraficantes operen a sus anchas.
Pero que este tipo de mafias como los Polverinos se instalen por la zona del Estrecho de Gibraltar, no era usual, ya que el monopolio de las mafias del narcotráfico, son de los propios vecinos de la zona, y ellos mejor que nadie conocen al milímetro cada parte de la costa, cada movimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y porque muchos de ellos, están relacionados con la mar, debido a su vinculación con familiares que han sido marineros de pesca cuando la zona del Campo de Gibraltar daba mucho trabajo en ese sector debido a la riqueza de la pesca y su comercialización.

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Laura Gómez

Licenciada en Criminología, especialista en víctimas, docente. Más información: http://www.puracriminologia.com/laura-gomez/

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