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5 abril, 2016

El consumo de alcohol como una opción de ocio entre los adolescentes

Laura Gómez adolescentes, alcohol Leave a Comment

El consumo de alcohol como una opción de ocio entre los  adolescentes

“Lo bueno y lo malo son dos concepciones que se incorporan a las actitudes individuales en el vasto contexto de las relaciones sociales”

Andrés López, antropólogo social y cultural

Juan G. Rodríguez, antropólogo social y cultural

Autores

Hacer eco de uno de los elementos rituales constantes en la sociedad como es el alcohol, y en especial en la cultura juvenil. Nos hemos detenido a analizar el consumo de alcohol entre los jóvenes desde una mirada antropológica y educacional, que parece ser uno de los móviles de paso más significativos en las taxonomías generacionales en la medida que parece contribuir a la construcción sociocultural de la personalidad, ayudada por diferentes contextos festivos e instituciones públicas, además de las nuevas situaciones sociales condicionantes para tal fin como el precario mercado de trabajo, economía, vivienda, etc., cuestión sobre lo que versa el presente documento.

Los lectores que se adentren a este espacio textual, podrá reflexionar sobre cómo suceden las celebraciones y otros eventos en nuestro marco social, y cómo los jóvenes empiezan a tejer la propia cultura de un nuevo orden social. Y para que los lectores tengan un precedente de esta cultural frente a otras, este mismo texto se ha querido presentar en otros países de centro América, y no se concibe como algo normal, puesto que en los eventos de carácter público queda terminantemente prohibido el consumo de bebidas alcohólicas.

El alcohol forma parte de nuestras costumbres

El consumo de bebidas alcohólicas no es algo nuevo en estos tiempos, como tampoco lo es asistir a una fiesta patronal y celebrarlo consumiendo bebidas alcohólicas, entre otras sustancias. De hecho, en otras sociedades la ingestión de alcohol se puede ver como una obligación social, dentro de los patrones sociales y culturales. El alcohol forma parte de nuestras costumbres en las celebraciones, tanto familiares, grupos de amigos, sociales e incluso en las religiosas. Sólo hace falta asistir a cualquier tipo de evento para comprobar que el consumo de bebidas alcohólicas forma parte de la fiesta como conductor del proceso y como hecho simbólico de un ritual social (J.Gusfield, 1966).

Pero quizás lo preocupante de estas fiestas no sea sólo el exceso de consumo de bebidas alcohólicas por parte de personas adultas, sino que los adolescentes empiezan a consumir bebidas alcohólicas a edades cada vez más temprana de lo que las normas establecidas aconsejan y/o restringen. Y es que parece ser que se ha naturalizado el ver a un grupo de adolescentes en un parque haciendo lo que se conoce popularmente como el “botellón”. Se atiende sólo al hecho de estar apartado de la vista de los demás usuarios de las vías, sin estar haciendo nada malo, sentados en grupos pequeños haciendo algo que todos hemos hecho en algún momento de nuestra vida: reunirse, charlar, etc.

Incluso cuando el escenario anterior se naturaliza, quizás no sea casualidad, pues solo tenemos que presenciar lo que ocurre en un evento que mueve masas sociales, como puede ser la feria, la romería de cualquier pueblo, e incluso las fiestas navideñas, donde muchos adolescente salen a celebrar la noche buena, navidad o en el caso de la noche vieja, en fiestas privadas que se disparatan los casos del consumo de bebidas alcohólicas. Y es que nuestra cultura, la transformación que estamos padeciendo desde hace dos décadas aproximadamente, está perdiendo los miedos hacia las consecuencias secundarias, en la mayoría de los casos graves, el abuso del consumo del alcohol es un hecho relevante para especialistas de la salud, educadores sociales, trabajadores sociales, criminólogos y otros. Ni siquiera el temor a esas consecuencias del consumo de bebidas alcohólicas sirve para concienciar a la población de los trágicos resultados que vivirán muchos de los jóvenes, que desde muy temprana edad empiezan a participar en fiestas y tienen la posibilidad a beber alcohol sin que sean responsables ni conscientes de lo que podría depararle el futuro ante un consumo excesivo, aunque solo sea de forma ocasional los fines de semanas y algunas fiestas (…)

Eventos, celebraciones, fiestas, etc.

Con la participación e integración en ciertos eventos hemos buscado siempre la crítica, la comprensión y por supuesto, el máximo respeto de quienes hemos tenido la ocasión de mencionar en nuestras líneas de trabajo. Resulta necesario aproximarse a las posturas de los adolescentes y adultos frente al consumo de alcohol, por lo que daremos unas pinceladas sobre el nivel de consumo y sus consecuencias en el contexto de las fiestas que a continuación describimos de forma resumida. Abordaremos también las relaciones existentes entre el consumo de bebidas alcohólicas, sus riesgos y el contexto sociocultural de cada escenario donde tiene lugar un evento específico de cualquier índole.

  • El Carnaval

  • Semana Santa

  • Toro Embolao

  • Ferias

  • Fiesta de fin de curso

  • Fiestas de verano

  • Las fiestas navideñas

 

Conclusión

Llegar a darle forma a nuestra observación a través de estas letras, no es más que un modo de exponer lo que coexiste cuando formas parte del dispositivo de seguridad de unas de estas fiestas o cualquiera otra. Cuando al día siguiente se puede leer en la prensa que la fiesta organizada por parte de las autoridades municipales ha sido un éxito rotundo, y que la participación ha sido bien acogida, incluso hasta “que no se cabía”. Pero el mensaje no va acompañado de lo vivido por quienes conocen la otra cara de la realidad, quienes comentan cómo deberían de hacerse las cosas en virtud del bien, y qué cosas podían haberse evitado. Pero colaborar e intervenir, a pesar de un pésimo dispositivo de servicios concertados, normalmente, y ante adolescentes bajo los efectos de presumiblemente bebidas alcohólicas, el cómo tienes que comunicar la noticia a la familia y cuál es la mejor forma posible para que menos perjudique, de la responsabilidad con la que vives esos momentos de tensión y, cómo otros, ven pero hacen como los que no ven nada, sobre todo cuando se sabe que “el éxito” que se vende en los medios de comunicación a los ciudadanos/as no es el real. Incluso existen quejas vecinales a consecuencia de este tipo de eventos. Pero que al otro día, no recordaran nada porque sólo ha sido una noche que ya terminó. Se observa en primera persona la escena de una adolescente que tuvo que ser ayudada por sus amigas porque no se mantenía en pie a consecuencia de una intoxicación etílica; noche que a lo mejor nunca olvidará cuando sus padres tuvieron que ir a recogerla y no la reconocieron en el estado de embriaguez en el que se hallaba; al día siguiente no sabría donde “esconderse” para no tener que darle las correspondientes explicaciones de lo que le pasó.

Y seguimos porfiando tras nuestra observación y análisis de la realidad, la falta de campañas de sensibilización por parte de las autoridades competentes; quienes ostentan esa responsabilidad a la hora de organizar y autorizar este tipo de eventos, extremando para ello, no sólo los medios materiales, sino también acechando por las condiciones más saludables del desarrollo de cualquier celebración. Y sobre todo, buscando alternativas a un ocio que se mueve presumiblemente bajo el consumo de bebidas alcohólicas.

De nada sirve responsabilizar a otros agentes sociales si las máximas autoridades parece que no creen en sus responsabilidades, ni siquiera en las consecuencias de la presencia y/o del consumo de bebidas alcohólicas, donde hay adultos que consumen delante de infantiles y adolescentes, y que más tarde éstos imitaran lo que ven de su semejantes adultos. Ya lo decía Pitágoras: “educar  a los niños, y no hará falta castigar a los padres”. Hablamos de valores e ideales, de lo que es normal o natural y en su doble sentido, por un lado está la visión negativa, con sus terribles consecuencias, pero por otro lado está la visión complaciente o buena del componente social, esa que se describe con frases como: “todos hemos sido jóvenes”, “tienen que aprovechar ahora que pueden”, etc. Esta visión moralizante también se puede pasar a los más adultos cuando dicen muchas veces: “yo también soy joven y aguanto hasta las tantas como ellos/as”.

Igualmente, y tras la observación que venimos haciendo sobre el consumo de bebidas alcohólicas en los adolescentes y de paso a otros adultos, en todas estas fiestas que se autorizan u organizan por las autoridades competentes, se puede destacar factiblemente, que están impregnadas del consumo de alcohol; incluso hasta las celebraciones de asociaciones de caza, de peñas, de fútbol, de vecinos, de obras benéficas, etc., las bebidas alcohólicas siempre son las protagonistas del evento. Pues no se concibe una fiesta sin la distribución, venta y consumo de bebidas alcohólicas. Y así es nuestra cultura y así se cumple el proceso de endoculturación. El consumo de este tipo de bebidas con volumen del alcohol, forma parte de un ritual social, que incluso en algunos eventos, como la feria, se forma una comuna y elimina la estratificación social.

También hemos analizado entre las celebraciones, la controversia que existe en las propias instituciones. Por una parte existen los servicios sociales, donde existe un departamento con su personal cualificado en materia exclusiva para la atención del menor, así como también los programas que se llevan a cabo en los colegios e institutos para la prevención del consumo de bebidas alcohólicas y otras drogas. Pero, ¿de qué sirve todo esto cuando es la propia institución la que autoriza u organiza eventos de estas características y no se trabaja a fondo para promover otro tipo de diversión sin alcohol; al menos entre los adolescentes? ¿Estamos educando a  nuestros adolescentes desde las instituciones públicas como debiere? ¿Somos conscientes de la cantidad de adolescentes y jóvenes que serán bebedores adictos u ocasionales durante su etapa adulta? ¿Dónde están los estudios en los municipios pequeños y no tan pequeños ante esta nueva problemática? Sabemos que en otros asuntos si se lleva a cabo los estudios de la recogida de datos, planes de prevención, etc., pero desconocemos, o al menos no hemos dado con los funcionarios competentes en estos asuntos, que nos dijera cómo se estaba trabajando ante ese nuevo fenómeno, donde los adolescentes cada vez se sienten más adultos antes de tiempo. Quizás incluso esto podría hacer que próximamente la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, se veía envuelta en una posible modificación, debido a que los procesos socializadores se llevan cada vez más temprano, y un menor de menos de 13 meses y 11 meses, tenga las mismas capacidades que un adolescente de 14 años, en recibir métodos de reeducación.

Por otro lado y para finalizar nuestra intervención, referirnos a hablar del estigma en el consumo de alcohol u otras sustancias como el estereotipo de consumidor, es visto como alguien que no aporta unos valores sociales positivos, y por tanto, mediante ese comportamiento, es un individuo ajeno al contexto sociocultural, mientras que en estas fiestas descritas anteriormente, el consumo de alcohol es aceptado o naturalizado como un elemento de inclusión social y elemento simbólico ritual de paso.

Puedes descargar el archivo completo en PDF

El Consumo de Alcohol como una opción de Ocio entre los Adolescentes

 

 

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Laura Gómez

Licenciada en Criminología, especialista en víctimas, docente. Más información: http://www.puracriminologia.com/laura-gomez/

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